lunes, 10 de octubre de 2011

CEMENTERIO DE PINTURAS. I.


La taza de café estaba a su lado, como siempre, la única acompañante del tipo en aquella vana soledad. El humo del café, se elevaba hacia el cielo, en una serie de espirales mal dibujados, como queriendo buscar una salvación dulce, después de vivir un instante en aquel liquido ardiente, como la realidad que se asemeja con el infierno.
El pincel en la mano derecha, dibujaba unos garabatos sobre una hoja blanca. Algunos le llamaran basura, para otros será una obra de arte, para el tipo, para aquel tipo será su nuevo bebe.
El departamento es pequeño. En donde está sentado, aquella mesa, es un desayunador fundido a la pared, de este, se desprenden unos cajones, arriba de la estufa, la refrigeradora, un lavaplatos con una ventana de corona, que da a una pared de ladrillos. Una ventana sin luz. Un baño, tres cuartos y un lugar para lavar la ropa. Dos sillones, una puerta y un grito que se pierde por las noches, un grito de soledad.
Sobre una pared, hay cuadros, pinturas, pinceles y alguna que otra fotografía. La taza de café, suspira por qué un pan se hunda profanamente en su esencia. Simulando el momento en que hombre y mujer se funden, para algunos pecado, pero para otros, lo más divertido que se puede hacer sin necesidad de morirse de la risa.
Al fin, la mano busca la taza para saciar su sed. El pintor, se queda en silencio contemplando los garabatos que ha puesto. Quiere representar un corazón con líneas rosadas que buscan en la confusión, conformar eso, un corazón. Hermosa metáfora, en la confusión de un momento, buscar el amor. Pero lo que no sabe el pintor, es que en esa confusión, solo nacen vanas ilusiones. Al final quizás nazca algo llamado amor.
Es necesario, piensa; el buscar un lugar mucho más grande, para poder tener un lugar más amplio para pintar, necesita una ventana desde donde se pueda observar el mundo. ¿Qué hago en un lugar sin ventanas? Piensa para su interior.
Al caer la taza de nuevo a su realidad proveniente de su éxtasis profano de sentir y disfrutar los labios del pintor. Se estremece al contemplar que aquel tipo, es otro. Tiene el pelo negro, su tez es morena clara, sus ojos son negros y están perdidos, sus manos están  sucias y llenas de pintura. Sus ojos no encuentran en aquel vacio un lugar en donde poder encontrar, lo que algunos llaman, inspiración.
Una sombra contempla al tipo desde el otro lado del ambiente. Negra. Es lo que llama la atención del pintor. Cree que hay algo que lo observa, cree que en el vacio hay algo. La sombra en cambio, sabe que ella y él están solos, pero ella ha logrado encontrar lo que le pidieron. Su misión está completa.
Las ánimas malditas, aquellas que se quedaron vagando en el mundo por sus malos actos, recibieron a la sombra en la casa. El consejo de las tinieblas levantaba su sesión. Todas aquellas malditas preguntaron sobre lo que había encontrado. La sombra contesto a todas las preguntas de forma paciente. Pero aun faltaba algo. El espíritu que lo había invocado y que lo había mandado a buscar un testigo apareció entre las sombras.
Pregunto si había encontrado algo, a lo que la sombra contesto con un tajante sí. Aquel espíritu, era de una mujer. Era hermosa en vida, pero aquel espíritu era una sombra burlona de aquel hermoso pasado. Su cabello le cubría unos senos desnudos que tenían junto al resto del torso, heridas de bala que sangraban. El dolor que ella sentía era muy fuerte.  No tenía piernas porque los espíritus no las necesitan. Ella aun no sabía que estaba muerta.
En  conjuro con el universo, la magia negra del dolor de aquella muerte jamás aclarada, hizo que el pintor abandonara su departamento y junto con su vieja taza de café caminaran a buscar una casa. Encontraron una casa, vieja, pequeña, pero lo suficientemente grande para un pintor. Además tenía muchas ventanas. Tenía muchas historias que contar.  
El espíritu de la mujer, había logrado su objetivo, habitar la casa donde murió para no sentirse sola. Ella pensaba estar loca, no sabía que estaba muerta.
Los primeros días del pintor en aquella casa fueron normales. Tranquilos. Desarrollo su obra sin ningún problema, pinto con tanta alegría, que sus obras eran arte incluso antes de nacer. En la casa había encontrado la alegría. Todas las noches antes de dormir, paseaba por los pasillos y escaleras, caminaba pensando y disfrutando de cada vista que le ofrecía cada ventana que existía.
Al acostarse dejaba la casa sola. Se dormía y  no podía contemplar la muchedumbre de presencias que habitaban aquella casa. Los espíritus comenzaban a caminar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sin tus ojos... la poesia pierde su sentido.

Mayo, 23.

  Encendió un cigarro y sintió como la lluvia le besaba las manos. Aquella noche ya no sentía nada, todo era tan lejano y el reloj era una l...