lunes, 31 de diciembre de 2012

La Escena Absoluta.



Discurso durante la presentación del libro:
La Escena Absoluta.
De José Juan Guzmán.




Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, dicta que un escritor no escoge sus temas, son los temas quienes nos escogen. En el caso de José Juan, puedo comprobar que la hipótesis del maestro es correcta.

La vida ha escogido a José Juan para que él escriba de ella. No quiero que los lectores presentes esta noche se lleven desde mis toscas palabras una impresión concreta del libro, ya que considero que “La Escena Absoluta”, es un libro que marcará referencia a mi generación de poetas. No les arruinare la hermosa sorpresa que es adentrarse dentro de la poesía de mi querido amigo. Esa sorpresa que solo la literatura nos puede dar. Escaparnos de esta vida y quedarnos maravillados por las letras que la hacen vida, que nos hacen vivir.

José Juan hace de este libro un barrilete gigante que nos lleva en un viaje de poemas y cuentos, monólogos y recuerdos, por temas que preocupen a los seres humanos, que le preocupan a él. Temas que nos hacen ver la humanidad tan deshumanizada y olvidada gracias a tanta tecnología que nos aleja cada vez más de los demás.

Un verso de José Juan me servirá para demostrarles que el poeta se preocupa de la existencia: “A pesar de todo, existimos, a pesar de todo”. La existencia y el fin de está, nos aqueja desde que descubrimos que nacemos para morir. Nuestra herencia queda en la frase de Luis Cardoza y Aragón: “La poesía es la única prueba de la existencia del hombre”. José Juan, se preocupa por temas que son parte de nuestra vida, que quizás en algunos momentos no podemos o mejor dicho, no queremos ver. Situaciones tan cotidianas que llama la atención el hecho de que el poeta tome nuestras dolencias físicas y las convierta a través de su poesía, los haga parte de nosotros. Los espasmos se vuelven dolores del alma.

Al igual que el maestro antigüeño, Cardoza y Aragón; José Juan utiliza el recurso de  la memoria, el ver hacia el pasado, y lo glorifica, ya que la melancolía se vuelve ritmo, se vuelve métrica imposible, se vuelve poesía.

El primer beso que rompe en el libro nos prepara para un viaje extraordinario: “La noche es espanto que corrompe la mirada”. A través de la obra veremos al poeta lidiar con el doble yo, su reflejo, para referencia, el reflejo del espejo de Borges. El tiempo nos corroe y José Juan lo aborda y lo moldea… a su antojo.

En José Juan veo asombrar las sombras de los grandes maestros, Neruda, Borges,  Saramago y un evidente García Márquez. Todos ellos me parecen estar presentes en la obra, pilares fundamentales del libro. Puede que sea errada esta observación, pero la poesía es de quien la lee y no de quien la escribe. Por lo tanto querido amigo, despide tus poemas, ya que estos llegaran a conquistar nuestros sentimientos.

Para terminar amigo, recuérdate de tu verso: “¡Nada se olvida, querido, nada!  

Eleázar Adolfo Molina. 
 

lunes, 10 de diciembre de 2012

Generación Y.



En silencio descansa el águila,
en otro tiempo fue cisne,
en un tiempo mariposa,
algunas veces dinosaurio,
más siempre fue poesía.
Duerme apacible, al borde del peñasco,
en silencio, sin canto,
aunque tiene revolucionaria voz.
En silencio descansa el águila,
en silencio…
Fue cisne lleno de pasión,
de ciudades y detalles,
azul era su color,
de princesas y mocedades.
Fue mariposa,
buscando la libertad,
fue magia, realidad,
diversión y crueldad…
Fue un dinosaurio
que aplastó la sociedad.
Con ideas y hablar novedoso,
dinosaurio con garras de oso.
Hoy en silencio descansa la poesía,
buscando el estandarte,
para la guerra del fin de los días.
Es un águila, de fortaleza singular,
es un águila real, es letra nuestra,
sentimiento y realidad.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

LA LITERATURA DEBE SER VIDA.



La vida es quizás uno de los más grandes misterios del universo, la gran diferencia con  la muerte (otro de los más grandes enigmas de nuestro espacio), es que la vamos descubriendo a medida en que vamos viviendo. A lo ancho del planeta tierra, de las distintas civilizaciones, podremos encontrar diversas manifestaciones de la vida. Quizás la más importante de ellas es la literatura, misma que va desde el teatro, poesía, novela y  ensayos. El gran maestro antigüeño Luis Cardoza y Aragón decía: “La poesía es la única prueba concreta de la existencia del hombre”. Rafael Lapesa, en un capítulo de su obra “Introducción a los estudios literarios”, hace mención de lo que la palabra poesía encierra: “…En su sentido actual amplio, poesía coincide en muchos aspectos con el termino literatura, mismo que proviene del latín litterae, que quiere decir letras; mismo que designa al arte de la palabra”. Carmen Conde escritora española, mencionaba: “La poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y te sale por la mano”. Un poema es una  obra literaria. Rafael Lapesa menciona a la obra literaria como la creación artística expresada en palabras, aun cuando no se haya escrito ni propagado de boca en boca. La literatura fue parida en el mismo momento en que el Adán bíblico piso la tierra por primera vez.
Recuerdo mi primer contacto con la literatura, fue un libro escrito creo, por un quetzalteco, “Barbuchín”; un pequeño libro de relatos cortos para niños que buscaban darle al pequeño preceptos morales y alimentar su imaginación, aunque recuerdo que el cuento de “Cascabel” siempre me dio miedo, pues sufro de una fobia infantil hacia los payasos. Mi contacto con la literatura siguió a lo largo de mi vida, quizás lo que más me encantaba leer eran los libros de historia que pude conocer cuando llegue a sexto primaria. En el año 2004 mi vida cambio rotundamente. Recuerdo cuando ingrese al cuarto de mis padres, pues mi madre había mandado a por mí. Después de escuchar algunas peticiones de ella, pude ver en la mesa de noche un libro, nuevo, todavía envuelto en el plástico de la tienda. El libro se llamaba “La fiesta del chivo” de Mario Vargas Llosa.  A mis catorce años observe con recelo y mucho prejuicio aquel libro que me llamaba la atención por el diseño de la portada, quien me diría que fue el libro que cambio mi vida.
A duras fuerzas y con tristeza debo admitir, leí aquel libro en un mes, dejando al final de mi lectura, la clara afirmación de que yo era un gran ignorante en diversos y demasiados detalles. La maestría narrativa de Vargas Llosa, quizás en uno de los mejores libros que ha escrito, me dejo sin mayor deseo, que mejorar día a día y leer. Quizás hoy, casi diez años después de aquella tarde mágica, puedo entender la importancia que tuvo el descubrimiento de la literatura que considero como arte, a mis catorce años. En mi proceso educativo, no leí los clásicos literarios y siempre fui el mejor de la clase en literatura, por el simple hecho de que leía y tenía una oratoria mejor que la de nadie en la institución. Fue en el año 2009 en que realmente descubrí mi vocación literaria y abrace a Vargas Llosa como un referente de mi literatura. Respecto al suceso con “La Fiesta del Chivo”, considero las palabras de Ralph Waldon Emerson: “En muchas ocasiones la lectura de un libro ha hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida”. Coincido con Vargas Llosa, en que aprender a leer ha sido lo más importante en mi vida.
Paul Auster, decía: “Los escritores somos seres heridos, por eso creamos otra realidad”. Estas palabras puedan darme paso al siguiente momento en mi vida literaria. Escribir.
El amor es una situación muy complicada que cuando sale mal, puede llegar a destruir una forma de existir, un modo de pensar, cambia radicalmente a las personas. La derrota de un corazón, conlleva una guerra sangrienta, un momento de silencio, un renacer de las cenizas y un futuro incierto, pero hermoso.  Decidí escribir por el hecho de que la realidad donde vivía no me gustaba. Fue por eso que nacieron los primeros poemas desgarradores de amor.
Rafael Lapesa menciona aspectos literarios, preceptos para criticar poesía, cuentos y novelas. Al leer al lingüista Lapesa, caigo en la cuenta de la ingenuidad que tenían mis versos. He tomado mi vida personal, porque en base a la lectura de Lapesa, junto a la de Bloom y los grandes maestros literarios que he visto, llego a la conclusión, de que si empecé a escribir, a sufrir con la literatura como uno de mis más grandes amores, fue porque quizás la vida me destino para eso.
Al hacer una lectura de diversos autores, puedo llegar a una conclusión, la literatura es un escape de nuestra realidad. Nos hace soñar, pensar y desear un mundo mejor, quizás la literatura tiene más mártires que la misma iglesia católica. Muriendo por defender sus ideales, sus pensamientos, sus corazones, sus versos, sus historias; defendiendo su libertad y alzando la pluma en contra de la realidad que hoy enfrentamos, tan dura, tan cruel y tan desesperanzadora como la del pasado.
¿Cuántos no hemos sufrido al lado de Florentino Ariza, mientras esperaba por más de 50 años a Fermina Daza? ¿Quiénes no se han quedado en silencio al descubrir que el padre de Zabala era el amante de Ambrosio? ¿Cuántos no han calificado de profeta a Borges por meter el mundo en un solo espacio? ¿Cuántos hemos caminado por Macondo? La literatura nos hace estremecernos, nos hace ver la vida de otro modo, nos hace vivir diferente. ¿Quiénes no se han enternecido con: “No me mueve mi Dios para quererte?”. Los versos de Góngora, Garcilaso; los reclamos de Sor Juana, la pasión de Becker. El olvido oceánico de Neruda. El Dios tan presente en los versos de la Mistral.
La realidad se nos escapa de las manos, el realismo duro de los rusos emerge como una estrella clara en la oscura Siberia. Ana Karenina. Los fantasmas de las navidades asoman por las calles de nuestra vida, todos conocemos un señor Scrooge. Extraordinarios duelos entre Saramago y Dios. Entre Góngora y Quevedo.  Apasionados versos y diálogos, en Romeo y Julieta, mientras al otro lado del charco, nos pudrimos con el amor en tiempos del cólera. Camus y su existencialismo que viene a confrontar nuestra realidad. Asturias y sus leyendas tan indígenas, tan ladinas, tan guatemaltecas. Las líneas de las manos de Cardoza y Aragón.  Y la ironía magistral de Tito Monterroso y sus fabulas.
La literatura permitió a Cervantes introducir a toda la humanidad en dos queridos personajes, un idealista Quijote y un realista Sancho. ¿Quién por su doncella no ha visto dragones en el cielo, cuando son solamente barriletes? A lo largo de la literatura se ven temas redundantes en diferentes épocas, con diferentes enfoques. Vida, tiempo, amor, muerte, misterio, política, religión, rebeldía, futuro y pasado unidos en el presente. En la literatura se ve nuestra vida.
Por la literatura se ha podido viajar en  el tiempo, escuchar lo que dijo Cristo, leer lo que ha leído la mayoría de los emperadores romanos. Conocer como se reconquisto España. La historia mentida de nuestra conquista y los inicios coloniales del continente. Leer los pensamientos de los hombres de distintas épocas, que siguen vigentes como el fin de Maquiavelo. La inmortalidad no se alcanza viviendo para siempre, creo que esta pasa, por la simple regla, de que alguien nos resucita, cada vez que lee nuestras palabras. Yo por ejemplo, aun siento vivo a Miguel Ángel Asturias, Allan Poe, Dickens y Tolstoi. Saramago sigue siendo el mismo viejo acido que me espera con una taza de café y un par de shecas, mientras me muestra “Todos los nombres” para conocer el amor.
Rafael Lapesa y  Harold Bloom son extraordinarios críticos y estudiosos de la literatura. Sin embargo me atrevo a decir que la crítica en algunos momentos llega a destruir la belleza de la obra literaria. Desnuda a la musa, la contempla, la humilla, la viola y la hace suya, luego cual ramera apocalíptica la deja tirada y deja unas palabras escritas que duran más a veces que los mismos halagos. Prefiero quedarme con la crítica de John Keating, personaje emblemático del “Club de los poetas muertos”, magistralmente interpretado por Robin Williams. La crítica destruye, en la literatura no puede construir, pues todos los seres humanos tenemos diversas formas de recibir, percibir, de mamar la literatura y entenderla a nuestro modo. La pasión por la lectura debe ser convertida en un remolino de fuego que devore los corazones, cual pentecostés cristiano, un buen libro nos debe revelar de mejor manera el mundo. Deseo concluir mencionando que la literatura es vida. Debe ser vida. Nos hace vivir, nos hace volvernos humanos. Nos hace saber que estamos acá, en un mundo que nos trata mal, que nos enamora con celajes y versos, con paisajes y novelas, con mujeres y ron. Mientras usamos a la literatura como escape para vivir. 

viernes, 16 de noviembre de 2012

90 años. Hermandad Señor Sepultado de San Nicolás.



Soy peregrino, que busca tus pies,
pecador arrepentido,
soñando con resucitar en la fe.
Soy cucurucho de sangre,
recuerdo de mi abuelo,
herencia a mis hijos,
que busca en tus manos
la bendición para la vida.
Mi corazón acongojado
camina por la calle
hacia mi Cristo Sepultado,
rey de la paz,
príncipe de la fe,
Señor Sepultado de San Nicolás.
Mi corazón se ablanda
al contemplar el martirio,
la sangre derramada,
por los pecadores.
Bendice amado Sepultado,
a tu pueblo, a tu hermandad.
Noventa años uniendo hermanos,
noventa años amando nuestra fe.

Mayo, 23.

  Encendió un cigarro y sintió como la lluvia le besaba las manos. Aquella noche ya no sentía nada, todo era tan lejano y el reloj era una l...