jueves, 26 de enero de 2012

Mi Flaca II.

Mi flaca era una hermosa mentira de belleza,
inigualable para estos ojos llenos de ceguera,
era hermosa y tierna como una cereza
que se coloca como corona de un helado.

Su cintura fue el reino donde gobernaron mis manos,
sus ojos fueron el más bello y mortal mar;
sin embargo fue bueno todo lo que pasamos
y esos hechos alimentaron la fogata de nuestro amar.

Su mirada era la más potente razón para vivir,
lagunas interminables de ternura inocente,
eran aquellos grandes ojos, razón perfecta para escribir
las razones por las cuales la extraña este caminante.

Mi flaca era una niña hermosa de pelo negro,
de piel clara, de sonrisa hermosa, era ella.
Era una luz blanca en un mundo negro
y una hermosa tentación, poderosa como una centella.

Sus piernas fueron hermosas praderas donde jugaron mis besos,
sus brazos fueron el nido perfecto de un ave de paso,
su adiós, mi abandono, fue el motivo de los versos
que nacieron una tarde de abril, hijos de un corazón roto.

Su corazón fue el primer en sentir amor verdadero,
en enamorarse de este loco y duro peregrino,
pero su amor, su amor no cumplió el bello juramento
que hace escribir estos versos que se ríen del destino.

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