martes, 3 de diciembre de 2013

En tiempos de adviento...

En este tiempo de adviento, de espera; se puede dedicar tiempo para meditar. Analizar por ejemplo lo bueno y lo malo realizado durante el año, quitar costras y limar asperezas, pedir perdón a alguien. Cosas así. Una de las cosas que he aprendido, observando y haciendo a la vez, es decirle a las personas que son cercanas a mí, lo importante que son, aunque es raro, me da un poco de timidez decirle a mis papas esos sentimientos. Ellos que son las únicas personas que se encuentran a mi lado en todo momento.

Hay muchas personas que esperan hasta verlo a uno en el cajón para decir los sentimientos que despertaron o que marcaron en nuestra vida. Hoy quiero en este texto dedicado a ese compartir emociones, compartirles con ustedes algunos momentos hermosos de mi vida. Por ejemplo, las tardes en que mi madre y yo mirábamos televisión en un viejo aparato de blanco y negro al que solo le entraban 13 canales. Las mañanas de domingo o sábados por la tarde que compartí con mi padre en la cancha de la colonia Minerva. A ella le debo la vida y a él le debo las lecciones de amor más grandes que he recibido. Quiero agradecerle a aquel maestro que en el básico me obligó a leer despertando uno de los vicios más bellos que tengo en este momento, la lectura. Agradecerle al padre salesiano, aquel salvadoreño creído para algunos y que confío en mí para dirigir los equipos de fútbol del Liceo Guatemala. A mi guía de artes marciales, ese ser misterioso que para muchos es un gran huracán de fuerza, pero a la vez es una lluvia de sabiduría ancestral.

Por distintas situaciones he conocido y compartido con mucha gente este año, celebrando a la patrona de Xela y al Señor de San Nicolás. A mis hermanos de junta directiva, agradecerles ese hermanamiento permanente, esa palanca de confianza que me han dado y esos momentos memorables que hemos vivido al lado del jefe. A mis señoras de la asociación de la patrona, agradecerles cada momento que vivimos este año con los festejos. Muchas lecciones y muchos recuerdos que se lleva este 2013.

Luego claro está, agradecerle a ella. Has estado conmigo ya casi cuatro años de mi vida. Me has enseñado cada día lo hermoso que es poder ser testigo de la vida de una persona, estar en sus alegrías y tristezas. Me has enseñado a bailar, me has enseñado a escuchar y a ser paciente. Despertaste en mí el gusto extraño por aquel café que lleva chocolate. Tomarte de la mano es una gran bendición. Creo que todos los que nos conocen y han compartido con nosotros, son testigos del amor que te profeso. Una sonrisa tuya basta para continuar luchando día a día en este mundo. Sabes que viajo cada ocho días a luchar por conseguir un sueño y sin tu apoyo, sin tu comprensión, nada de esto sería posible. Mis logros en los últimos tres años y tantos meses llevan tu nombre y apellido y han sido alcanzados sobre todo, por tu presencia, tu apoyo y tu amor. La alegría de mis ojos no existiera sin tu mirada. Eres ese pequeño secreto que me ha levantado de la fosa en donde estuve deambulando unos meses. Gracias. Gracias por existir y darme el privilegio de poder ser testigo de tu vida, acompañante de tus pasos, tu pareja de baile y sobre todo, de ser tu novio.


El mejor regalo de navidad sin duda, es un buen abrazo. Si usted que se ha tomado el tiempo de leer esto, tiene una persona especial, dígale lo que siente, cuéntele y ábrele tu corazón. No espere que pase una desgracia, una tragedia. Valore a las personas que lo quieren, cuídelas y no les haga daño guardando secretos y midiendo tiempo para estar con ellas. Ante todo la familia, ante todo el amor. Demuéstralo y que sea la primera vela de la corona que espera al redentor. Abra su corazón y diga sus sentimientos a las personas que valora. No cometa necedades que hacen daño y sobre todo, haga feliz a las personas que tiene que hacer feliz. Un “te quiero” o un “te amo”, pueden ser un grato recuerdo en un velorio, un sentimiento de haber dicho la verdad y no de gritarlo sobre una caja que guarda el cuerpo de alguien que no podrá responderle con beso o un abrazo. Piénselo y desde ya, pase una feliz navidad. 

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