domingo, 17 de febrero de 2013

¿A dónde vas peregrino?






Me imagino que el escultor Salvador Posadas, no se imaginó en ningún momento el amor, la pasión y dulzura que despierta la mirada de su Nazareno. Sus ojos, su  mirada, fija y atenta al peregrino, reboza dulzura, fortaleza y sobre todo paz. Acongoja ver esa mirada fija, ese rayo de luz, de amor que atraviesa los corazones y desata la conversión. ¿A dónde vas peregrino?  Parece preguntar con sus labios entre abiertos.
Este fin de semana ha sido el primero de siete semanas que abarcan la cuaresma y la Semana Santa de este año. En nuestra Guatemala primaveral, la eternidad de la Semana Santa y todo lo que ella encierra ha iniciado. El cortejo solemne del jueves del silencio en la capital del país, llevado este año mágicamente a la población por la televisión nacional (Me permito felicitar a la televisión nacional por los 30 años de cobertura ininterrumpida de nuestra Semana Santa, que nos distrae y nos llena de esperanza en estos días en que el ángel de la muerte parece estar desatado)



El primer viernes en nuestra ciudad se celebra en la parroquia de El Calvario. En la zona 1. La iglesia que en mi niñez llamaba, “la parroquia de los muertos”, al estar ubicada en la frontera del cementerio general. La romería (a la que tengo años de no asistir), es dedicada a la bella y milagrosa imagen del “Señor de las tres caídas”. Después de dos años de viajar a la ciudad capital por razones de estudio, este viernes, me quede en la ciudad por el honor que me concedió la hermandad de Jesús Nazareno de San Juan de Dios, al conducir el concierto de marchas fúnebres realizado en el templo. La feria del primer viernes, además de alegre y pintoresca, creo que es un reflejo fiel de nuestras tradiciones. Lagarto, pescado, pupusas, garnachas, buñuelos, discos de música, películas a cinco quetzales, infinidad de juguetes, caña, platos y trastes de barro. Todo ubicado en la avenida que si mal no estoy, lleva el nombre de Sinforoso Aguilar. Entrar a la iglesia es algo extraordinario. Se medita ante la imagen de un Nazareno sin  cruz, joya antigua de la iglesia y olvidado en un camarín. Luego se llega a la reina del sábado santo en Xela, Nuestra Señora de la Soledad. Avanzamos y llegamos ante el Señor de las Tres Caídas. Quien recibe a peregrinos de distintos lados del país. Me emociona ver cómo esta tradición sigue presente en  la ciudad, aunque considero, que gracias al consumismo, está perdiendo un poco la verdadera razón de ser, la romería del primer viernes. 


 Por la noche, llegué al templo del antiguo hospital, para sorpresa mía sin luz, pude compartir momentos después con los maestros de la banda que engalanó el concierto. Para mí en especial fue algo hermoso y único, un hermoso recuerdo que llevo en el corazón.   El nombre del Maestro Joaquín Vega Ortiz, lo llevaré por siempre en el corazón. Conduje el evento de la mejor manera y dando lo mejor de mí. Pedí al Señor que me llevara y pusiera las palabras en mí. En una iglesia en la que al inicio todos corrían por la falta del fluido eléctrico, arreglada por una planta de energía que sacó de apuros el evento. La banda de solistas ha sido un regalo para la gente que acompañó el evento. El programa fue extraordinariamente elegido por Roberto Alexander Nimatuj, Vicepresidente de la hermandad y propietario del Calendario Fe y Devoción Quetzaltenango.  Dos momentos marcaron mi noche de conductor, el primero fue sin  duda alguna escuchar la marcha “San Nicolás”, marcha oficial de la hermandad del Señor Sepultado de San Nicolás. Y el segundo, fue ser testigo privilegiado del estreno de la marcha “Llena de Gracia” del maestro Joaquín Vega.  Extraordinaria, con un ritmo impresionante y la capacidad de arrancar más de algún suspiro y lágrima entre  los asistentes. Para mí fue un gran honor conocer al maestro Joaquín Vega y escuchar de primera mano, su última marcha, que cabe resaltar fue dedicada a la Dolorosa del templo.



Mi Quetzaltenango en  temas de cuaresma, es algo atípica. Carecemos de los grandes cortejos de Domingos de Cuaresma que presume la capital y la Antigua Guatemala. Pero tenemos nuestra solemnidad y devoción particular para la Semana Santa. Digo esto, porque usted querido lector, si asiste a la ciudad capital o a la Antigua Guatemala, encontrará siempre razones para recordar, que está en el tiempo cuaresmal.  Aquí en Xelajú, la noche de ayer sábado, fueron contadas las personas que acompañaron al Nazareno de San Juan de Dios en su velación, en su huerto. Como digo, los de la foto, aquellos bichos raros que estamos siempre pendientes de las procesiones, los cucuruchos de verdad, los que contamos los días para la cuaresma y la Semana Santa. Los que vivimos este tiempo, en plenitud. Soy testigo del esfuerzo titánico de la Hermandad de San Juan de Dios por llevar, engrandecer, enaltecer y fortalecer el culto a la imagen del Nazareno rubio.



La procesión del día de hoy, fue apoteósica, magna, solemne y concurrida. La gente respondió al llamado del Señor. La salida fue solemne, en completo silencio. Mismo que al asomar la rubia imagen por el pórtico de la iglesia, fue roto por el llanto jubiloso de la ambulancia del cuerpo de bomberos voluntarios. A los pies del Maestro, iniciamos nuestro recorrido cuaresmal, piadoso, meditando y orando. Más en estos días por la iglesia católica, que se encuentra en un  evento único en su historia. La renuncia de Benedicto XVI.
Al mismo tiempo que mi amado Jesús del Consuelo recorría las calles de su barrio recolecto, nuestro amado “Canchito” salía en la capital de Los Altos, para recordarnos que es el tiempo de cuaresma. Cristo mismo, Cristo Eucarístico, al que por fe vemos en las distintas imágenes que estos días recorren nuestras calles, barrios y ciudades; nos sale a recordar el sacrificio más grande de la historia humana. Nos sale a bendecir. Sale a reclamar con esas miradas de dolor, de consuelo y de esperanza, el odio, la angustia, la guerra, la muerte y el desamor que vive nuestra Guatemala.
¿A dónde vas peregrino? Si la cuaresma ha empezado. A los pies del Maestro o de la Reina. A los pies de Dios vamos caminando pidiendo por nuestras vidas, familias, patria y sueños. El ángel que cerraba el adorno del “Canchito” abrazaba la bandera de la iglesia. Recordando que debemos abrazar a la iglesia, aun con los errores humanos de los curas; con las mismas trabas que algunos párrocos ponen para evitar la veneración y celebración de la Semana Santa guatemalteca. Esperar y creer. Como lo recordaba la imagen recolecta, el nazareno de la dulce mirada. “Conozco sus obras”. Me imagino la ternura y compasión que despiertan en el corazón de Jesús estas muestras de amor, de devoción. Pero me atrevo a imaginar, que él piensa, que debería ser todo el año, ese amor, esa esperanza, esa meditación, que a la larga evitaría muertes, odios y guerras.



Tiempos difíciles nos ha tocado vivir. Siempre. La humanidad siempre ha vivido en dificultad, pero él vino y murió, para que entre toda la sangre, la humillación y el silencio, brotara la semilla de mostaza, que nos inspira a tener fe.
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