sábado, 30 de julio de 2016

LOS PENDIENTES DE MARIO VARGAS LLOSA.



He acabado la última novela de Mario Vargas Llosa, con asombro he asistido a la lectura y a la confirmación de todo lo que mis amigos lectores me han dicho de dicha historia. No tiene alma, no tiene fuerza. Son cuentas pendientes que el Nobel del 2010 ha cobrado. Es una novela con la temática de Vargas Llosa, el tirano o dictador presente, el poder y su obsesión por controlarlo todo. Personajes que se alejaron de la construcción psicológica que el escritor realizaba en antaño con tanta maestría. Le he colocado un cinco sobre diez, una novela ni buena ni mala. No espere el Vargas Llosa de sus primeras novelas o el increíble ensayista que es. Es una novela que tenía pendiente,  su obra prácticamente es un reflejo de la historia peruana desde 1950 hasta el día de hoy. El último gran dictador que faltaba por retratar en su obra era Fujimori. Este dictador no aparece en la novela más que mencionado, pero como todo político Vargas Llosa lo dejará inmortalizado con un retrato no físico de Fujimori, lo retrata como un presidente que ha fracasado y que se vuelve un intento de dictador, con los secuestros de los grupos guerrilleros, el toque de queda y como su política ha convertido a Perú en un país muy desigual. El que si aparece en la novela es el llamado “Doctor”, quien utilizando los medios se dedica a desprestigiar a sus rivales. La novela es una clásica de la temática de Vargas Llosa, pero no es magistral. Hay que pasar 19 capítulos para ver un capitulo que vale la pena, el numero veinte. En este capítulo Vargas Llosa recuerda lo que él significa para las letras hispanas, recobra de nuevo su toque y experimentación, rompe con la línea temporal que trae en toda la historia, nos vuelve a demostrar la magia literaria que tiene en las primeras novelas. Ese es el único capitulo fundamental de la historia. Es más, leyendo solo ese capítulo bastaría para decir que ya ha leído esa novela. El autor sigue con su discurso denostándonos lo que él llama “Civilización del Espectáculo”, hace un ataque frontal a los medios amarillistas y a esos mal llamados periodistas que solo buscan mostrar algo, no informar o educar, el ataque es directo contra la prensa rosa que lo ha despedazado por la separación de su segunda esposa y la unión con una nueva persona. Va de frente y ataca a esos medios que no sirven para nada más que vender y hacer dinero, un medio parecido al Nuestro Diario chapín, que a base de futbol, modelos y titulares en amarillo gigantes, es el periódico más vendido en Guatemala. El erotismo de Vargas Llosa en esta novela cae a lo vulgar, incluso a lo ridículo. Ya no es el erotismo magistral de sus novelas iniciales o del “Elogio a la madrastra”. Es triste ver como lo que antes era magistral y único se vuelve desde las primeras páginas de la novela en vulgar y corriente. Asistimos a una novela que cae en la civilización del espectáculo, es solo para vender. No es una novela fundamental del universo creado por el Nobel del 2010, pero si era una novela pendiente. Si usted quiere leer algo fundamental de este autor, lea las primeras novelas. No creo que sea cansancio o vejez, sus columnas en el diario español “El País” siguen siendo increíbles y fenomenales. Como ensayista es único y por ende no condeno toda su obra por esta novela que no sirve para nada más que leer durante una tarde y darse cuenta que el tiempo no pasa en vano. Sigue siendo el escritor fundamental del boom latinoamericano para mí. Por eso un cinco sobre diez, de toda su obra, “Cinco Esquinas” es lastimosamente una novela más, tan triste como “El sueño del celta”. Sin embargo, sigue siendo Vargas Llosa y está vivo, sigue escribiendo, se sigue rebelando contra la vida y nos sigue creando ficciones, sigue siendo un escritor y sigue siendo un maestro. Hay que leerlo, claro, pero no todo lo que brilla es oro.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sin tus ojos... la poesia pierde su sentido.

Mayo, 23.

  Encendió un cigarro y sintió como la lluvia le besaba las manos. Aquella noche ya no sentía nada, todo era tan lejano y el reloj era una l...