Toda la historia me remonta siempre
al mismo recuerdo. La mesa de noche del dormitorio de mis padres, un libro con
una portada rara, una especie de demonio que sostiene una copa y sonríe, creo.
El nombre del autor, es quizás una de las sombras que más me ha hecho caminar
por este amor. Mario Vargas Llosa y su “Fiesta del chivo”. Recuerdo cuando le
consulte a ella sobre ese libro y me dijo “no lo vas a entender”. Era una
patojo yo de unos 13 o 14 años. Acepte el reto de leerlo y después de poco más
de tres semanas, casi un mes, lo termine. Mi conclusión fue un encuentro cara a
cara con mi reflejo. La ineptitud para entender algunas situaciones del mismo.
Olvidemos la critica que se hace de todo libro sobre, la técnica, el estilo, la
innovación que debe realizar el autor (Años más tarde me entere de muchas de
estas cosas); me declare incompetente para leer ese libro. Entonces con el
orgullo herido, me puse a estudiar de todo un poco y poco de todo y haciendo
los ladrillos que reemplazaron los
adobes que me constituían en aquella niñez. De la historia del libro y
de lo que pienso, escribiré en futura ocasión.
Al hablar de amores, ese libro y
ese sentimiento de impotencia al querer comprenderlo, me hizo enamorarme de las
letras, de la literatura. Al hablar de amores de antes,
quisiera empezar por un bello poema, de un gran escritor español, Quevedo. Por
recomendación del licenciado Jorge Contreras, llegue en una clase a descubrir
la belleza del mismo. En él, puedo encontrar diversas acotaciones del amor en
su totalidad. El poema lleva por título “Amor
constante más allá de la muerte” y dice así:
“Cerrar podrá mis ojos
la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;
Más no de esotra parte
en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un
Dios prisión ha sido,
venas, que humor a tanto fuego han dado,
médulas, que han gloriosamente ardido,
venas, que humor a tanto fuego han dado,
médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no
su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.”
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.”
En este bello poema, podemos
encontrar la ilusión del hombre enamorado, del ser que decide entregar todo por
el otro ser al que ha decidido lo único que es nuestro, nuestra vida, libertad
y muerte. Una declaración de amor, es una declaración de rendición. Se hace ya
sea el caso de la historia, para terminar una guerra perdida o para empezar una
dulce derrota. Perder y perderse en el océano infinito de la mirada amoroso del
otro humano, que nos hace volvernos locos, sin saber quizás, que nosotros le
volvemos un psicópata.
Separar el alma del cuerpo, Quevedo
nos hace tan dulce mención a la muerte, brindándonos a los enamorados de hoy,
una excusa para seguir amando aún más allá de la muerte. El título del mismo nos hace ya una
declaratoria extraordinaria de la intención del poema. “Amor
constante más allá de la muerte”, que concluye con dos versos
extraordinarios y bellos: “Serán ceniza,
mas tendrá sentido; / polvo serán, mas polvo enamorado”. El sueño de toda
pareja, es estar juntos el tiempo que ellos quieran y se aguanten y el que Dios
permita. Pero cuando llega la muerte, se separa el amor y nos queda el
recuerdo.
De aquellos amores de antes, nos
llegan épicas historias de parejas que se han enamorado desde adolescentes, se
han casado y luego, con el paso de las décadas, fallece uno de ellos y al cabo
de horas o días, el otro enamorado lo acompaña al juicio final. La palabra “constante”
en el titulo me hace imaginar y pensar de entrada, en que se debe enamorar
todos los días, con todos los detalles, con toda la dulzura y toda la
autoridad. De aquellos amores de antes, nos llegan los recuerdos, como llegaran
los amores de ahora a nuestros nietos.
El amor es eso tan bello y letal,
que obliga a vivir más allá de la experiencia humana, de la literatura y de la realidad.
Innumerables canciones han nacido para poder expresar el amor, poetas con don
de música, maestros de la canción. De esos amores de antes, nos llega este
poema de Quevedo, que inicia la semana de San Valentín y un repaso por las
historias de amor de ayer, hoy y siempre. Al final lea usted el poema y siéntalo, usted
lo lee con sus ojos y eso es lo importante.
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