¿Qué
seguridad puedo tener si algún día Manuel Maldizión llega al poder de respetar
la ley si a día de hoy no respeta la Ley Electoral y de Partidos Políticos?
Me siento como el grito de Munch... al ver a mi país. |
Contemplo
atónito cómo nuestro Tribunal Supremo Electoral débil, magullado y olvidado, trata
de poner orden en este caos al que día a día llamamos Guatemala. Una voz que
grita en el desierto de la legalidad. En donde nuestro Congreso sigue detenido
gracias a la bancada de dicho tipo. ¿Qué seguridad hay en que va a respetar la ley? Si a cada sanción que
dicta el Supremo Electoral, el rojo apela y hasta día de hoy sin comprensión
alguna, ha ganado las apelaciones. Si usted mi querido lector ha transitado en
estas semanas por la carretera inter americana, podrá observar, como desde “Cuatro
Caminos” a Nahualá, hay en los paredones de la montaña que custodian la ruta,
logos gigantes pintados a mano del partido LIDER. Demandan atención a la ley
cuando es su máximo y alucinógeno líder el que llama a no pagar impuestos. El tipo se mantiene de gira permanente. El
pasado fin de semana estuvo en Quetzaltenango, con el diputado tránsfuga que ha
visto tres partidos en menos de un año y medio de la nueva legislatura. ¿Qué seguridad
voy a tener que el tipo respete la legislación guatemalteca? De por sí amplia e
irrespetada. Me aterra de pensar que el tipo este se perfila como el gallo
vencedor de la aún lejana contienda electoral. Aunque de llegar a pasar esto,
de poder ver cómo el país camina a la anarquía. Estoy seguro que mi Guatemala
se levantará con más fuerza.
El
problema es que Manuel Maldizión, se aprovecha de las mayorías, su retórica
propia de un pastor evangélico, vendiendo sueños imposibles y descabellados. Me
atrevo a cuestionar la fuerza de su partido al señalar que sólo veo más
presencia de diputados a apoyo de la gente. Misma gente que le saca chiste y
que día a día lo escucha atento, hay que aceptarlo, Manuel es un gran Showman.
Me da miedo que mi Guatemala caiga en sus manos. Me aferro a que Dios dispondrá,
nos iluminará y que la gente no se equivoque en el aún lejano 2015.
En
fin, dejemos de lado lo malo para ver lo misterioso. El lunes por la mañana me
he levantado con una noticia que me ha hecho temblar y reflexionar. Mi madre me
avisó de la renuncia de uno de los teólogos más grandes de este siglo. El Papa
Benedicto XVI decidió renunciar al papado. Es extraño. El último Papa que
renunció fue en 1415, décadas antes del descubrimiento de nuestro continente. Su
Santidad tiene sus razones, acusa al cansancio y al cambio de los tiempos,
aunque en los diarios se habla de cosas aun más turbias. Sus intentos por
enfrentar los escándalos de Pederastia, las finanzas del Vaticano, problemas
más, problemas menos; justamente hoy, Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma
Católica. Su Santidad parece confirmar los graves problemas internos de la
curia romana. Ha señalado en su homilía: "El
rostro de la Iglesia aparece muchas veces desfigurado. Pienso en particular en
las culpas contra la unidad, en las divisiones del cuerpo eclesial". Benedicto
XVI conquistó mi corazón no con los abrazos, los gestos y mimos a los que nos tenía
acostumbrados Juan Pablo II Magno. Lo conquistó en base a su primera encíclica,
la famosa “Deus
caritas est”. En donde logra exponer los tres llamados niveles
de amor, el Eros, el Ágape y el Philia. Ver cómo acontecimientos de nuestra
vida diaria tienen tanta similitud con conceptos comunes de las enseñanzas del
evangelio, confrontar nuestra forma de pensar, una forma de vivir.
El Papa logró hacer teológico el amor. Enseñar.
Fue un Papa maestro, un catedrático. Papado frío han dicho, pero ha sido muy rico en su teología. He dicho,
problemas más, problemas menos; errores que su condición humana no han podido
corregir. Ha tenido que cargar la cruz de la sombra de Juan Pablo II y las
comparaciones a lo largo de su pontificado. Sombra que cargará en menor medida
el sucesor de un cónclave que nos regalará un nuevo Papa en Marzo. Se ha
dignificado la cátedra de Pedro con la humildad de reconocer los límites de las
personas, un acto de amor, tal como su primera encíclica. Hay que recordar que
éste es el año de la fe.
A
todo esto, hay que seguir luchando, creyendo, aferrándose a las ideas, a la
religión, al amor. Hay que buscar la verdad. Hay que vivir día a día con la
fuerza de los titanes. El mundo nos está regalando sorpresas extrañas. Insisto
en que la literatura ha estado ahí desde
siempre. Por eso escribimos. La pregunta es ¿A dónde vamos a parar?
La jacaranda ya está en flor, las puertas de las iglesias, parroquias y templos está a punto de escupir la dulce niebla del incienso que antecede al paso de las procesiones. Los Nazarenos y Dolorosas volverán a caminar junto al pueblo guatemalteco, que encuentra consuelo en el Cristo doliente. Reflejo mismo de la realidad de un país. Y a todo esto, parafraseo a don Tito Monterroso respecto a las dudas de la institucionalidad de la iglesia con su famoso, hermoso y extraordinario cuento: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí."
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