Me imagino que el escultor Salvador
Posadas, no se imaginó en ningún momento el amor, la pasión y dulzura que
despierta la mirada de su Nazareno. Sus ojos, su mirada, fija y atenta al peregrino, reboza
dulzura, fortaleza y sobre todo paz. Acongoja ver esa mirada fija, ese rayo de
luz, de amor que atraviesa los corazones y desata la conversión. ¿A dónde vas
peregrino? Parece preguntar con sus
labios entre abiertos.
Este fin de semana ha sido el
primero de siete semanas que abarcan la cuaresma y la Semana Santa de este año.
En nuestra Guatemala primaveral, la eternidad de la Semana Santa y todo lo que ella
encierra ha iniciado. El cortejo solemne del jueves del silencio en la capital
del país, llevado este año mágicamente a la población por la televisión
nacional (Me permito felicitar a la televisión nacional por los 30 años de
cobertura ininterrumpida de nuestra Semana Santa, que nos distrae y nos llena
de esperanza en estos días en que el ángel de la muerte parece estar desatado)
El primer viernes en nuestra ciudad
se celebra en la parroquia de El Calvario. En la zona 1. La iglesia que en mi
niñez llamaba, “la parroquia de los muertos”, al estar ubicada en la frontera
del cementerio general. La romería (a la que tengo años de no asistir), es
dedicada a la bella y milagrosa imagen del “Señor de las tres caídas”. Después
de dos años de viajar a la ciudad capital por razones de estudio, este viernes,
me quede en la ciudad por el honor que me concedió la hermandad de Jesús
Nazareno de San Juan de Dios, al conducir el concierto de marchas fúnebres realizado
en el templo. La feria del primer viernes, además de alegre y pintoresca, creo
que es un reflejo fiel de nuestras tradiciones. Lagarto, pescado, pupusas,
garnachas, buñuelos, discos de música, películas a cinco quetzales, infinidad
de juguetes, caña, platos y trastes de barro. Todo ubicado en la avenida que si
mal no estoy, lleva el nombre de Sinforoso Aguilar. Entrar a la iglesia es algo
extraordinario. Se medita ante la imagen de un Nazareno sin cruz, joya antigua de la iglesia y olvidado
en un camarín. Luego se llega a la reina del sábado santo en Xela, Nuestra
Señora de la Soledad. Avanzamos y llegamos ante el Señor de las Tres Caídas.
Quien recibe a peregrinos de distintos lados del país. Me emociona ver cómo
esta tradición sigue presente en la
ciudad, aunque considero, que gracias al consumismo, está perdiendo un poco la
verdadera razón de ser, la romería del primer viernes.
Por la noche, llegué al templo del
antiguo hospital, para sorpresa mía sin luz, pude compartir momentos después con
los maestros de la banda que engalanó el concierto. Para mí en especial fue
algo hermoso y único, un hermoso recuerdo que llevo en el corazón. El
nombre del Maestro Joaquín Vega Ortiz, lo llevaré por siempre en el corazón.
Conduje el evento de la mejor manera y dando lo mejor de mí. Pedí al Señor que
me llevara y pusiera las palabras en mí. En una iglesia en la que al inicio
todos corrían por la falta del fluido eléctrico, arreglada por una planta de energía
que sacó de apuros el evento. La banda de solistas ha sido un regalo para la
gente que acompañó el evento. El programa fue extraordinariamente elegido por
Roberto Alexander Nimatuj, Vicepresidente de la hermandad y propietario del
Calendario Fe y Devoción Quetzaltenango. Dos momentos marcaron mi noche de conductor,
el primero fue sin duda alguna escuchar
la marcha “San Nicolás”, marcha oficial de la hermandad del Señor Sepultado de
San Nicolás. Y el segundo, fue ser testigo privilegiado del estreno de la
marcha “Llena de Gracia” del maestro Joaquín Vega. Extraordinaria, con un ritmo impresionante y
la capacidad de arrancar más de algún suspiro y lágrima entre los asistentes. Para mí fue un gran honor
conocer al maestro Joaquín Vega y escuchar de primera mano, su última marcha,
que cabe resaltar fue dedicada a la Dolorosa del templo.
Mi Quetzaltenango en temas de cuaresma, es algo atípica. Carecemos
de los grandes cortejos de Domingos de Cuaresma que presume la capital y la Antigua
Guatemala. Pero tenemos nuestra solemnidad y devoción particular para la Semana
Santa. Digo esto, porque usted querido lector, si asiste a la ciudad capital o
a la Antigua Guatemala, encontrará siempre razones para recordar, que está en
el tiempo cuaresmal. Aquí en Xelajú, la
noche de ayer sábado, fueron contadas las personas que acompañaron al Nazareno
de San Juan de Dios en su velación, en su huerto. Como digo, los de la foto,
aquellos bichos raros que estamos siempre pendientes de las procesiones, los
cucuruchos de verdad, los que contamos los días para la cuaresma y la Semana Santa.
Los que vivimos este tiempo, en plenitud. Soy testigo del esfuerzo titánico de
la Hermandad de San Juan de Dios por llevar, engrandecer, enaltecer y
fortalecer el culto a la imagen del Nazareno rubio.
La procesión del día de hoy, fue apoteósica,
magna, solemne y concurrida. La gente respondió al llamado del Señor. La salida
fue solemne, en completo silencio. Mismo que al asomar la rubia imagen por el pórtico
de la iglesia, fue roto por el llanto jubiloso de la ambulancia del cuerpo de
bomberos voluntarios. A los pies del Maestro, iniciamos nuestro recorrido
cuaresmal, piadoso, meditando y orando. Más en estos días por la iglesia católica,
que se encuentra en un evento único en
su historia. La renuncia de Benedicto XVI.
Al mismo tiempo que mi amado Jesús
del Consuelo recorría las calles de su barrio recolecto, nuestro amado “Canchito”
salía en la capital de Los Altos, para recordarnos que es el tiempo de
cuaresma. Cristo mismo, Cristo Eucarístico, al que por fe vemos en las
distintas imágenes que estos días recorren nuestras calles, barrios y ciudades;
nos sale a recordar el sacrificio más grande de la historia humana. Nos sale a
bendecir. Sale a reclamar con esas miradas de dolor, de consuelo y de
esperanza, el odio, la angustia, la guerra, la muerte y el desamor que vive
nuestra Guatemala.
¿A dónde vas peregrino? Si la
cuaresma ha empezado. A los pies del Maestro o de la Reina. A los pies de Dios
vamos caminando pidiendo por nuestras vidas, familias, patria y sueños. El
ángel que cerraba el adorno del “Canchito” abrazaba la bandera de la iglesia.
Recordando que debemos abrazar a la iglesia, aun con los errores humanos de los
curas; con las mismas trabas que algunos párrocos ponen para evitar la
veneración y celebración de la Semana Santa guatemalteca. Esperar y creer. Como
lo recordaba la imagen recolecta, el nazareno de la dulce mirada. “Conozco sus
obras”. Me imagino la ternura y compasión que despiertan en el corazón de Jesús
estas muestras de amor, de devoción. Pero me atrevo a imaginar, que él piensa,
que debería ser todo el año, ese amor, esa esperanza, esa meditación, que a la
larga evitaría muertes, odios y guerras.
Tiempos difíciles nos ha tocado
vivir. Siempre. La humanidad siempre ha vivido en dificultad, pero él vino y murió,
para que entre toda la sangre, la humillación y el silencio, brotara la semilla
de mostaza, que nos inspira a tener fe.
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