Discurso
durante la presentación del libro:
La
Escena Absoluta.
De
José Juan Guzmán.
Mario
Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, dicta que un escritor no escoge
sus temas, son los temas quienes nos escogen. En el caso de José Juan, puedo
comprobar que la hipótesis del maestro es correcta.
La
vida ha escogido a José Juan para que él escriba de ella. No quiero que los
lectores presentes esta noche se lleven desde mis toscas palabras una impresión
concreta del libro, ya que considero que “La
Escena Absoluta”, es un libro que marcará referencia a mi generación de
poetas. No les arruinare la hermosa sorpresa que es adentrarse dentro de la
poesía de mi querido amigo. Esa sorpresa que solo la literatura nos puede dar.
Escaparnos de esta vida y quedarnos maravillados por las letras que la hacen
vida, que nos hacen vivir.
José
Juan hace de este libro un barrilete gigante que nos lleva en un viaje de
poemas y cuentos, monólogos y recuerdos, por temas que preocupen a los seres
humanos, que le preocupan a él. Temas que nos hacen ver la humanidad tan
deshumanizada y olvidada gracias a tanta tecnología que nos aleja cada vez más
de los demás.
Un
verso de José Juan me servirá para demostrarles que el poeta se preocupa de la
existencia: “A pesar de todo, existimos,
a pesar de todo”. La existencia y el fin de está, nos aqueja desde que
descubrimos que nacemos para morir. Nuestra herencia queda en la frase de Luis
Cardoza y Aragón: “La poesía es la única prueba
de la existencia del hombre”. José Juan, se preocupa por temas que son
parte de nuestra vida, que quizás en algunos momentos no podemos o mejor dicho,
no queremos ver. Situaciones tan cotidianas que llama la atención el hecho de
que el poeta tome nuestras dolencias físicas y las convierta a través de su
poesía, los haga parte de nosotros. Los espasmos se vuelven dolores del alma.
Al
igual que el maestro antigüeño, Cardoza y Aragón; José Juan utiliza el recurso
de la memoria, el ver hacia el pasado, y
lo glorifica, ya que la melancolía se vuelve ritmo, se vuelve métrica imposible,
se vuelve poesía.
El
primer beso que rompe en el libro nos prepara para un viaje extraordinario: “La noche es espanto que corrompe la mirada”.
A través de la obra veremos al poeta lidiar con el doble yo, su reflejo, para
referencia, el reflejo del espejo de Borges. El tiempo nos corroe y José Juan
lo aborda y lo moldea… a su antojo.
En
José Juan veo asombrar las sombras de los grandes maestros, Neruda, Borges, Saramago y un evidente García Márquez. Todos ellos me parecen estar
presentes en la obra, pilares fundamentales del libro. Puede que sea errada
esta observación, pero la poesía es de quien la lee y no de quien la escribe.
Por lo tanto querido amigo, despide tus poemas, ya que estos llegaran a
conquistar nuestros sentimientos.
Para
terminar amigo, recuérdate de tu verso: “¡Nada
se olvida, querido, nada!”
Eleázar Adolfo Molina.
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